Fuente: Wikipedia. Como leyenda: ciudad de Arequipa.
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21 Jun 2023

El nuevo rostro (urbano) del Perú

Perú es un país predominantemente urbano. No solo eso: es cada vez más un país de ciudades grandes. Esta es una transformación que está sucediendo delante de nuestros ojos, en el plazo de unas pocas décadas, pero que aún no empezamos a procesar, ni en el campo de los imaginarios políticos y culturales, ni en la formulación de políticas públicas, ni en los estudios sociales.

En este artículo quiero llamar la atención sobre varios cambios demográficos ocurridos desde la década de 1990 que nos obligan a complejizar nuestra visión del Perú y superar así la tradicional dicotomía entre Lima y provincias, consideradas estas últimas como si fueran un todo uniforme y coherente. El argumento es la necesidad de incluir dentro de nuestra reflexión a una nueva categoría de ciudades, que hasta hace poco no existían en el país, pero que cada vez más son una realidad insoslayable: las ciudades grandes que no son capital de nación.

 

Un país de ciudades grandes

Perú dejó de ser un país mayoritariamente rural en algún momento entre las décadas de 1970 y 1980. Esto no es algo nuevo, que podamos atribuir a las transformaciones económicas del periodo de hegemonía liberal. La novedad en los últimos años consiste en el surgimiento, más allá del conglomerado Lima-Callao, de un conjunto de ciudades que en términos demográficos ya no se pueden definir como pequeñas o medianas, que por derecho propio son “ciudades grandes”.

Vayamos a las cifras. Según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), para el año 2022 Perú cuenta por primera vez con dos ciudades, además de la capital, que superan el millón de habitantes: Arequipa y Trujillo. Otras cuatro ciudades superan el medio millón: Chiclayo, Piura, Huancayo y Cusco. Y dos más seguramente lo harán dentro de muy poco: Iquitos y Pucallpa.

En el cuadro 1 podemos ver que esta proliferación de ciudades grandes es el resultado del enorme crecimiento ocurrido durante las últimas cuatro décadas en muchas capitales de región. En 1981, Trujillo tenía 364.000 habitantes y en la actualidad supera el millón. Chiclayo pasó de 263.000 a 609.000; Piura de 202.000 a 562.000; Huancayo de 172.000 a 547.000; Cusco de 178.000 a 523.000. Aumentos similares se produjeron en otras ciudades, que triplicaron su población en este periodo. Por supuesto, Lima también creció en estas décadas, pero en menor proporción.

 

Cuadro 1
Surgimiento de las “ciudades grandes” en el Perú
Fuente: INEI
Elaboración propia

 

El crecimiento de las capitales de región ha llevado a que el porcentaje de población urbana sea ahora mucho mayor que en las décadas anteriores. El cuadro 2 muestra que, en la actualidad, casi la mitad de los peruanos residen en ciudades grandes, con más de medio millón de habitantes: 47 por ciento frente al 24 por ciento de 1981.

Casi uno de cada dos peruanos vive en una gran ciudad. Esta realidad nos obliga a ajustar la manera en que miramos el país y en la que nos lo representamos. Trujillo, Arequipa, Huancayo, Cusco y Piura ya no son ciudades intermedias, ni por su población ni por su función. Ya no se las puede considerar escalas hacia otras ciudades. Se han convertido (o están en camino de convertirse) en lugares de destino, urbes de gran complejidad en las que cientos de miles de personas buscan oportunidades y desarrollan sus proyectos de vida.

 

Cuadro 2
Creciente concentración de la población en ciudades grandes
Fuente: INEI
Elaboración propia

 

Densificación de la trama urbana

La segunda consecuencia del crecimiento de la población urbana experimentado en estas décadas es la densificación de la trama de ciudades. Además de las ciudades grandes reseñadas en el apartado anterior, también ha crecido el número de ciudades medianas y pequeñas. Perú cuenta en la actualidad con 7 ciudades con una población de entre 500.000 y 250.000 habitantes y 12 ciudades con entre 250.000 y 100.000 habitantes. Como vemos en el mapa 1, solo cuatro departamentos carecen de una ciudad de estas dimensiones: Amazonas, Apurímac, Moquegua y Pasco.

 

Mapa 1
Trama urbana en 2022
Fuente INEI
Elaboración propia

 

Un punto destacado es que la explosión urbana se ha extendido a toda la geografía nacional. Entre las ciudades más pobladas se encuentran centros urbanos de la costa y de la sierra; pero incluso en la selva, una región que hasta hace poco tiempo carecía de grandes ciudades, encontramos centros urbanos con varios cientos de miles de habitantes. Según las últimas estimaciones del INEI, Iquitos cuenta con 451.000 habitantes, Pucallpa con 411.000, Tarapoto con 194.000 y Puerto Maldonado con 117.000. Por regiones naturales, la costa alberga en la actualidad un total de 14 ciudades con más de 100.000 habitantes, la sierra 8 y la selva 4.

 

Los dos Perú (demográficos)

La contraparte del crecimiento de las grandes ciudades es el incipiente despoblamiento de amplias zonas del país. Este es un proceso común en todo el planeta. Tanto en el primer mundo como en los países en desarrollo, la población tiende cada vez más a concentrarse en unos pocos grandes núcleos urbanos, mientras que el resto del territorio se estanca o declina, tanto demográfica como económicamente. En el Perú, el despoblamiento de los territorios periféricos no es aún tan agudo como en otras partes, pero comienza a percibirse de manera nítida. Más de 60 provincias vieron disminuir su población en el periodo comprendido entre 1993 y 2017. Otras 60, si bien no perdieron población en términos absolutos, lo hicieron en términos relativos, ya que disminuyeron su porcentaje sobre el total de la población nacional.

La mayoría de estas provincias menguantes se encuentran en la sierra y corresponden a zonas con un alto porcentaje de población rural e indígena. Se trata de territorios donde, a pesar de las mejoras, una parte considerable de la población no encuentra medios para realizarse, por lo que decide emigrar a las ciudades, ya sea a la capital nacional o cada vez más frecuentemente a las capitales regionales.

El estancamiento demográfico ha sido especialmente fuerte en las zonas ubicadas por encima de los mil metros sobre el nivel del mar. De hecho, casi se puede hablar de dos Perú desde el punto de vista demográfico, divididos por esa frontera simbólica. Por encima de los mil metros, la población se estanca o disminuye en casi todas partes; por debajo de esta cota, la población aumenta, tanto en la costa como en la selva,

El cuadro 3 muestra que 64 provincias con capitales situadas por encima de los mil metros han perdido población desde 1993, 48 han crecido de forma limitada y solo 11 lo hacen en gran medida. En cambio, 30 provincias con capitales por debajo de los mil metros crecieron mucho, 33 lo hicieron de manera moderada y solo 2 perdieron población. En términos agregados, como muestra el cuadro 4, el porcentaje de población que vive por debajo de los mil metros ha pasado en este periodo del 61 al 67 por ciento. Dicho de otra manera, dos de cada tres peruanos viven en la actualidad por debajo de esta frontera simbólica.

 

Cuadro 3
La frontera demográfica
Fuente: INEI
Elaboración propia

 

Cuadro 4
La frontera demográfica
Fuente: INEI
Elaboración propia

 

Las excepciones a esta pérdida de población de las zonas de altura son las ciudades grandes y medianas, como Arequipa, Cusco, Huancayo, Juliaca y Puno, así como algunas localidades mineras. Estas son casi las únicas provincias situadas por encima de mil metros donde aumenta considerablemente la población en las últimas décadas. En cambio, la gran mayoría de los territorios andinos poco urbanizados se estancaron o vieron disminuir su población, ya sea por un menor dinamismo demográfico o por migraciones a las zonas de costa y selva. El mundo andino, por lo tanto, también es cada vez más un mundo urbano, de ciudades grandes y medianas.

 

Triple reto

Estas transformaciones nos hablan de un país con un patrón de distribución de la población muy diferente al del Perú de hace unas décadas. Ciertamente, en términos de población, Lima sigue siendo una ciudad de un orden de magnitud diferente. Es una megalópolis que drena talento y recursos al resto del país, y concentra la mayor parte de la riqueza, de las oportunidades y del poder político. Sin embargo, la novedad consiste en que, más allá de Lima, desde finales del siglo pasado asistimos al surgimiento de una categoría de ciudades que previamente no existía en el Perú: las ciudades grandes que no son capital de nación.

La existencia de estas ciudades grandes plantea para los próximos años un triple reto: para las políticas públicas, para la política con mayúsculas y para quienes nos desempeñamos en el campo de las ciencias sociales. En el campo de las políticas públicas, las ciudades grandes tienen necesidades y características diferentes de las ciudades intermedias. Arequipa y Trujillo tienen una población superior a Stuttgart, Mánchester, Valencia o Turín, y se acercan a Barcelona y Milán, ciudades todas ellas con una larga tradición de gestión municipal y ordenamiento urbano. Nada de esto ocurre en el Perú, donde las antiguas ciudades intermedias, convertidas ahora en ciudades grandes, carecen de herramientas para regular su crecimiento y mejorar la calidad de vida de sus habitantes. De hecho, el Estado peruano ni siquiera visualiza a las ciudades grandes como una categoría significativa, ya que tienen la misma arquitectura institucional, idénticas competencias y similares recursos que las ciudades intermedias y pequeñas, a pesar de que sus características y necesidades son muy diferentes.

Las nuevas ciudades grandes tampoco han entrado a formar parte del debate político. Ningún grupo ha teorizado sobre ellas ni las ha incluido en sus programas. La derecha sigue confortablemente instalada en su ensimismamiento limeño, y no ha sido capaz de tender puentes con las élites de otras ciudades ni de incorporarlas en sus proyectos políticos. La izquierda no sabe muy bien qué hacer con las grandes ciudades regionales, y prefiere ignorarlas, en favor de un discurso dicotómico que contrapone Lima con el resto del país, como si este fuera una masa uniforme de intereses monolíticos. Tampoco las élites regionales parecen haber sido capaces de articular una propuesta específica, más allá de movimientos estrictamente locales y por lo general poco elaborados.

Finalmente, el reto también alcanza a las ciencias sociales. Es muy poco lo que sabemos sobre las dinámicas económicas, sociales, políticas y culturales de estas urbes; acerca de sus habitantes, sus trayectorias y aspiraciones. La transformación de Lima en una megalópolis fue objeto de atención desde la década de 1940 por parte de urbanistas, sociólogos, antropólogos y economistas. También contamos con una larga tradición de estudios sobre el mundo rural. Siempre nos quedarán aspectos por cubrir y serán necesarias más y mejores investigaciones, pero en términos generales son aspectos de la realidad peruana sobre los que existe una notable producción bibliográfica. No ocurre lo mismo con las ciudades grandes. Su crecimiento y consolidación apenas ha sido documentado por las ciencias sociales peruanas. Son pocos los trabajos, y casi siempre están desarticulados unos de otros, sin entrar en diálogo ni proyectar una imagen general sobre lo que significa la emergencia de esta categoría de ciudades.

Todo esto no implica que debamos dejar de atender a lo que ocurre en Lima, en las pequeñas ciudades o en los territorios rurales. Los sucesos de principios de este año son evidencia suficiente de la profundidad de los desajustes territoriales y de sus potenciales consecuencias trágicas. Pero los retos mencionados en los párrafos anteriores son especialmente importantes en la medida que las grandes ciudades constituyen una enorme oportunidad para el Perú. Más allá de sus infinitos problemas, son vectores de crecimiento económico, de oportunidades, de descentralización política y económica, y, cada vez más, también de articulación de pensamiento y reflexión. Si existe una oportunidad para coser un país que parece irremediablemente descosido, hundido en la desconfianza, los estereotipos, la discriminación y la falta de un proyecto compartido, es probable que se encuentre en ellas.

 

  • Fuente de la imagen: Ciudad de Arequipa, Wikipedia.
21 Jun 2023

Historiador
rasensio@iep.org.pe
Es historiador e investigador principal del Instituto de Estudios Peruanos, donde también ejerce como editor del fondo editorial. Cuenta con amplia experiencia en la dirección de proyectos de investigación y evaluación de públicas, de ámbito nacional e internacional, incluyendo temas como desarrollo rural, puesta en valor de activos culturales, deporte [...]