Partidos como cancha: Primera fotografía de la oferta política para las elecciones generales de 2026

¿Cómo haremos para diferenciar entre más de cuarenta partidos políticos? Esta pregunta acecha a la ciudadanía insatisfecha con la oferta política en general. En este artículo se propone una manera para encarar este desafío, enfocándonos en características que han sido importantes en las elecciones pasadas. Una primera fotografía de una oferta política que seguramente seguirá en movimiento hasta el cierre mismo de la inscripción de candidaturas.

La fragmentación partidaria ha sido una constante desde el retorno de la democracia, sin embargo, este problema se acrecentó de forma importante en las elecciones de 2021, registrando casi una veintena de candidaturas presidenciales. Este incremento en la fragmentación fue decisivo para el resultado final, puesto que llevó a una dispersión de votos tal que permitió el acceso de candidatos con menos del 20% de apoyo a la segunda vuelta. Lejos de resolver el problema, la competencia política con miras a 2026 podría romper un récord de candidaturas, duplicando la cifra de los últimos comicios. Habiéndose cerrado el plazo de inscripción de organizaciones políticas y el padrón electoral el sábado 12 de abril y con la resolución N.º 0159-2025 del Jurado Nacional de Elecciones, existen 43 partidos políticos habilitados para presentar candidaturas.

Perú: Fragmentación partidaria y electoral (2001-2021)

Más allá de lo anecdótico, una competencia electoral tan fragmentada no solo trae problemas para las autoridades electorales, sino sobre todo para los ciudadanos que deben elegir a sus representantes entre una lista tan abultada. Elegir entre una decena de candidatos ya es bastante complicado, puesto que conocer sus propuestas y antecedentes puede ser una tarea compleja.

Esta dificultad de discernir entre la oferta política beneficia a candidaturas improvisadas o problemáticas, las que se benefician de la oscuridad y ruido que genera la fragmentación. Además, esta contienda inicia en un contexto de creciente autoritarismo, nuevas reglas para las campañas y la restauración de la bicameralidad: elegiremos la fórmula presidencial, diputados y senadores. Asimismo, el 2026 hay una coincidencia del calendario electoral con las elecciones subnacionales, lo que acerca la dinámica política local al panorama nacional, complejizando aún más el panorama.

Aunque la oferta partidaria suele organizarse usando categorías ideológicas o programáticas (izquierda o derecha, conservador o progresista, entre otras), la realidad política reciente nos muestra que este tipo de etiquetas son cada vez menos informativas. Para ayudarnos a “ordenar” un poco la oferta política, utilizamos cuatro criterios basados en características que han sido importantes en los procesos electorales anteriores: la trayectoria de los partidos, la existencia de  candidaturas presidenciales bien definidas, el vínculo que estos partidos tienen con la política regional y, dado el contexto actual, la relación directa o indirecta que tienen con la actual configuración del Congreso de la República.

En conjunto, estos indicadores se muestran en el siguiente gráfico, permitiendo distinguir algunos grupos con características comunes. Si bien los datos son preliminares y corresponden a este momento inicial de la carrera electoral, nos ofrecen una primera fotografía de mucha utilidad para identificar mejor el panorama político que tendremos que enfrentar el próximo año.

En primer lugar, distinguimos el inicio de actividades del partido: partidos nuevos o partidos con trayectoria. Alrededor de 47% de las organizaciones habilitadas para presentar candidaturas han tenido algún tipo de presencia en la vida política en años pasados. En este grupo se incluyen tanto partidos que han participado de las elecciones generales anteriores como aquellos que participaron en elecciones subnacionales en 2022 (por ejemplo el Partido Patriótico y Fe en el Perú, aunque este último tuvo un problema de inscripción y quedó fuera de la campaña).

En el mismo grupo de “partidos tradicionales” también se incluyen partidos que han recuperado su inscripción recientemente pero tienen amplia trayectoria (Partido Aprista Peruano y el Partido Popular Cristiano) y aquellos que obtienen por primera vez su inscripción pese a haber participado previamente en alianzas electorales (Nuevo Perú y el Partido de los Trabajadores y Emprendedores, este último vinculado a Patria Roja).

En segundo lugar, nos enfocamos en la situación actual de la candidatura a la Presidencia y dividimos a los partidos en función a si ya tienen candidaturas presidenciales identificables o si existen precandidaturas aún en disputa, lo cual puede incluir también que simplemente no exista claridad sobre quién será la cabeza de lista todavía. Más de la mitad de organizaciones políticas (58%) cuenta en este momento con una candidatura identificable. Dentro de este grupo predominan aquellos partidos nuevos (68%) frente a las organizaciones con más trayectoria (32%).

El grupo de “candidaturas identificables” incluye a fundadores de sus nuevas organizaciones, como Carlos Espá (Sí Creo); invitados recientes a organizaciones fundadas por terceros, como Hernando de Soto (Progresemos) y Carlos Álvarez (País para Todos); y distintos partidos con trayectoria, como Perú Acción de Francisco Diez Canseco y Obras de Ricardo Belmont. Cabe resaltar que, por el momento, solo dos candidaturas identificables son mujeres: Keiko Fujimori en Fuerza Popular, y Fiorella Molinelli en Fuerza Moderna.

Entre las organizaciones con candidaturas en disputa, también encontramos cierta variabilidad. Mientras algunas están en proceso de definición entre sus militantes o evaluando la posibilidad de realizar alianzas con otros partidos, otros (como Perú Primero de Martín Vizcarra y Perú Libre de Vladimir Cerrón) deben aún identificar a quien podrá suceder al inhabilitado líder de su organización. Un futuro análisis más profundo debe diferenciar entre aquellas indefiniciones por la existencia de competencia interna real y aquellas que simplemente están deshojando margaritas para encontrar a su caudillo de turno.

El tercer indicador utilizado es el nivel de vínculo del partido con la arena política subnacional fuera de la capital. Esta característica nos ayuda a diferenciar aquellas organizaciones que se originaron en espacios regionales o que tienen líderes partidarios con una trayectoria política reciente en la competencia política provinciana. Aquí tenemos el conjunto más reducido de partidos puesto que estas organizaciones representan solo el 19% del total. Dentro de este grupo, el 63% son partidos políticos nuevos, mientras que cerca del 38% aún debe definir quién asumirá la candidatura de su organización.

Entre estas organizaciones se encuentran aquellas lideradas por políticos que han llegado a la gobernación regional en distintos departamentos, como Vladimir Cerrón en Junín (Perú Libre), Martín Vizcarra en Moquegua (Perú Primero), César Acuña en La Libertad (Alianza para el Progreso), y Zósimo Cárdenas en Junín (Batalla Perú). También se identifica a políticos como Yonhy Lescano (Cooperación Popular) y Arturo Fernández (Un Camino Diferente) quienes han construido su vida política desde las regiones (Puno en el primer caso, y La Libertad en el segundo), o al Nuevo Perú, con un rol predominante de Verónika Mendoza, quien fue congresista por Cusco.

El vínculo regional es una dimensión relevante puesto que la división política entre Lima y las regiones ha cobrado una mayor relevancia en la política peruana. No solo en procesos electorales, como la última campaña nacional que llevó a Pedro Castillo a la presidencia, sino también en las protestas nacionales contra el actual gobierno. Lejos de asegurar algún nivel de éxito en las próximas elecciones, la baja proporción de partidos regionales muestra que dicho clivaje puede continuar siendo predominante en el 2026.

En cuarto lugar, separamos a las organizaciones en función de su relación con la configuración actual del Congreso de la República, institución que, de acuerdo a los últimos sondeos de opinión, registra sostenidamente una altísima impopularidad. Para analizar esta relación, incluimos a aquellas organizaciones que tienen a miembros del Congreso entre sus afiliados o como potenciales candidatos (incluyendo congresistas desaforados, como María Cordero Jon Tay, hoy afiliada al PRIN), pero también aquellas que ayudaron a estas autoridades a conseguir un escaño en el 2021. En ese sentido, encontramos que alrededor del 42% de las organizaciones están vinculadas al Congreso actual, ya sea de manera directa o indirecta.

Dentro de ese grupo, 61% son partidos con trayectoria como Fuerza Popular, Alianza para el Progreso o Podemos Perú, mientras que el 39% de organizaciones son partidos “nuevos” que reciclan a estos políticos. Estos casos incluyen a Ahora Nación de Alfonso López Chau, que lleva en sus filas de afiliados al congresista José María Balcázar; el partido Progresemos que, aunque anunció a Hernando de Soto como candidato, es una organización cercana al congresista y militante Óscar Zea; Voces del Pueblo, partido de Guillermo Bermejo; y Unidad y Paz, de Roberto Chiabra.

En general, el incremento del número de partidos podría verse como un rasgo de renovación. Sin embargo, la novedad de muchas de estas organizaciones solamente esconde a viejas caras de la política que han encontrado nuevos vehículos electorales en su afán por reinventarse. Por otro lado, esta persistencia podría hablar de una acumulación de experiencia, pero ese tampoco es necesariamente el caso. Una mirada rápida nos muestra que una amplia trayectoria no es necesariamente de partidos o políticos más responsables, con mayor experiencia como autoridades o con mejores propuestas para el país. En esta categoría se ubican partidos que han contribuido decisivamente a la crisis política y social que vivimos en la actualidad.

Ciertamente hay muchas cosas que todavía deben definirse hacia el cierre de las inscripciones de candidaturas, y existe la posibilidad que el número final de candidaturas pueda ser menor al número de partidos habilitados. Sin embargo, dados los incentivos existentes para la competencia (que abordaremos en una siguiente entrega), es muy probable que tengamos un escenario altamente fragmentado tanto a nivel de la oferta política como de los votos, recrudeciendo aún más los problemas de representación y gobernabilidad del último quinquenio.

Aunque, cabe resaltar que, en el Perú, las redefiniciones e incertidumbre son constantes, este tipo de ejercicios resulta necesario, especialmente a medida que la información vaya actualizándose a la par que el calendario electoral. Nuestro objetivo es ofrecer una mirada actualizada de este y otros temas en los siguientes meses para contribuir con un granito de arena a tomar mejores decisiones y aprovechar la oportunidad que abren las elecciones para empezar a enderezar el camino torcido de los últimos tiempos.