Migración venezolana en el Perú: una oportunidad

Hasta noviembre de 2023, más de 7 millones[1] de venezolanos han dejado su país en búsqueda de nuevas oportunidades. De este masivo grupo de personas, alrededor de un millón y medio eligió al Perú para empezar otra vez. Lima es la quinta ciudad en el mundo con la mayor cantidad de venezolanos. Resulta evidente que la llegada de esta población conlleva una serie de transformaciones económicas, culturales y sociales. Pero ¿qué opinan los peruanos al respecto?

Según la encuesta del IEP realizada en julio de 2023, un mayoritario 83% considera que la llegada de venezolanos al Perú ha sido negativa y apenas 4% la califica como positiva. Estos resultados son consistentes con los obtenidos en la investigación “Determinantes de la opinión pública xenófoba hacia los migrantes venezolanos en el Perú”[2], en donde 55% señalaba que la inmigración venezolana era negativa o muy negativa para el país y 8 de cada 10 peruanos se mostraban en contra de que aumente la cantidad de venezolanos en su distrito. Por su parte, la encuesta del IEP registra que quienes perciben un mayor impacto negativo residen principalmente en Lima (86%) y, en general, en el ámbito urbano (87%); y son estos precisamente los entornos geográficos en donde suele concentrarse la mayor cantidad de venezolanos en el país. En pocas palabras, con razón o sin ella, una gran mayoría de peruanos siente que rodearse de venezolanos molesta y perturba.

Definitivamente, se trata de un panorama complicado para una mayor (y mejor) integración entre locales y extranjeros. Según el estudio ya mencionado, la mayoría de ciudadanos siente rechazo (o al menos desconfianza) hacia los y las venezolanas debido a una serie de creencias, la principal asociada con que “por la llegada de venezolanos se incrementó la delincuencia en el país”. Esta percepción es muy fuerte y generalizada en casi todos los segmentos sociodemográficos, y en buena parte se ve reforzada por las noticias que se presentan constantemente en los medios de comunicación. Lo que pocos saben es que apenas 2,7% de la población carcelaria en el país es de nacionalidad venezolana.[3] Si bien es cierto que existen extranjeros que delinquen, el problema de la criminalidad ya venía en aumento mucho antes de la masiva llegada de venezolanos al país.

Otro de los motivos de rechazo más frecuentes hacia la población venezolana tiene que ver con el hecho de que se considera que su llegada ha tenido un impacto negativo en la economía del país. Para revisar este punto, conviene traer a colación dos aspectos importantes del perfil del migrante venezolano:[4] 57,9% tiene estudios superiores y 57% tiene entre 20 y 49 años (con una edad media de 26 años). Se trata pues de una población en su mayoría joven y formada. Esto representa beneficios para la productividad del país, en tanto muchas de estas personas pueden colocarse laboralmente en sectores en los que se requiera un perfil afín al suyo e incluso tener la disposición para desplazarse a regiones del país que los demanden. Si se les formaliza laboralmente, representan un aporte importante para el fisco: hasta agosto de 2021, la migración venezolana generó un impacto fiscal neto de 35 millones de dólares en Perú.[5] Un beneficio interesante teniendo en cuenta que el Perú no invirtió ni un sol en formar a estas personas.

Y un tercer motivo —no menor— de rechazo alude a una serie de estereotipos y prejuicios vinculados la manera de ser de las y los venezolanos. En el caso de los hombres, se les caracteriza como personas irrespetuosas, escandalosas, agresivas y ociosas. Las mujeres son tildadas de prostitutas o “fáciles”. A las mujeres venezolanas se les hipersexualiza y se les atribuye un carácter manipulador, y son las mujeres peruanas quienes más las rechazan. Se reconoce que “no todos(as) son así”, pero para nadie es un secreto que predominan los atributos negativos cuando se trata de categorizar a las personas de nacionalidad venezolana. La mente humana opera así: necesita esquemas mentales para su óptimo funcionamiento. Es así como rápidamente podemos hacernos una idea de cómo es una persona venezolana a pesar de no haber tenido contacto directo con ellas. Esto puede llevarnos a caer en actitudes prejuiciosas y, posteriormente, a conductas discriminatorias. Evitamos mezclarnos con estas personas, y mucho menos entablamos relaciones de amistad o pareja. Tampoco nos gustaría que vivan cerca de nosotros o que trabajen con nosotros. Cuanto menos contacto haya, mejor. ¿Les suena familiar este comportamiento?

Lo cierto es que también perdemos una gran oportunidad de conocer a personas con una cultura diferente, que seguramente podrían aportarnos valor. Cuando se tienen amigos extranjeros se aprende muchísimo, y el intercambio cultural facilita el cambio de creencias respecto a cómo es una persona. Establecer contacto con alguien que yo creía muy diferente a mí y que resulta que no lo es tanto probablemente me lleve a pensar que el resto no es tan distinto como creía. Se genera un primer acercamiento, y, si este es positivo, seguramente los estereotipos iniciales terminen alterándose en alguna medida. Criminalizar al migrante es lo que nos aleja de poder entablar relaciones más pacíficas y beneficiosas para ambos.

Hasta hace no mucho, el Perú estaba acostumbrado a ser un país que expulsaba a sus ciudadanos. Hoy, esta expulsión continúa e incluso se ha incrementado en los últimos años, pero al mismo tiempo también nos hemos convertido en un país de acogida para miles de migrantes. Y esto no tendría que ser un gran problema si se gestionara adecuadamente este flujo migratorio. Los beneficios económicos ya están probados, y ya se han desmentido mitos relacionados a la criminalidad y a la identidad venezolana. Que los malos elementos sean tratados con rigor por las autoridades y que la gente que quiera aportar al país pueda hacerlo y se den las estrategias para ello.

Quizás convenga recordar que migrar no es para todos. Quien sale de su país generalmente lo hace con mucho miedo y sabiendo que adaptarse no será sencillo. Se requiere mucha fortaleza mental en el proceso, especialmente si la sociedad de acogida es intolerante y muestra mucho rechazo a la migración. Los peruanos lo sabemos de sobra: quienes se fueron del país lo han padecido en carne propia. ¿Queremos que se repita la historia? Los aportes que los procesos migratorios generan en los países receptores, sobre todo en el mediano y largo plazo, son valiosos en tanto dinamizan la economía, promueven el intercambio cultural y ponen a disposición del país nuevos y diversos talentos. No lo desaprovechemos.


[1] Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V). Refugiados y migrantes de Venezuela. Disponible en: <https://www.r4v.info/es/refugiadosymigrantes>.

[2] Amaya, Laura y Saúl Elguera (2023). “Determinantes de la opinión pública xenófoba hacia los migrantes venezolanos en el Perú”. Investigación ganadora del XXV Concurso Anual de Investigación CIES 2022-I. Disponible en: <https://cies.org.pe/investigacion/determinantes-de-la-opinion-publica-xenofoba-en-el-peru/>.

[3] Instituto Nacional Penitenciario del Perú (INPE). Informe estadístico-febrero 2023. Disponible en: <https://siep.inpe.gob.pe/Archivos/2023/Informes%20estadisticos/informe_estadistico_febrero_2023.pdf>.

[4] Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). II Encuesta dirigida a la población venezolana (Enpove) 2022. Disponible en: <https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/boletines/ii-enpove-cies-23-marzo-2023.pdf>.

[5] “Migración venezolana genera impacto fiscal de S/ 139 millones en Perú”. RPP. 27 de agosto de 2021. Disponible en: <https://rpp.pe/economia/economia/migracion-venezolana-genera-impacto-fiscal-de-139-millones-de-soles-en-peru-noticia-1354645>.