El laberinto peruano 3: Mi dictador es mejor que el tuyo

Además de las habituales preguntas de coyuntura política y popularidad acerca de los poderes Ejecutivo y Legislativo, los estudios del Área de Estudios de Opinión del IEP incluyen también otras cuestiones vinculadas con investigaciones de más largo recorrido, dirigidas a comprender mejor las dinámicas políticas, sociales y culturales del Perú.

En esta línea, en agosto de 2022 se aplicaron un conjunto de preguntas referidas a la memoria que la población peruana guardaba de las tres dictaduras más recientes de nuestra historia: las dirigidas por Velasco (1968-75), Morales Bermúdez (1975-1980) y Fujimori (1992-2000). El objetivo era indagar cuál de estos tres gobernantes, si es que alguno, pensaban los encuestados que fue mejor para el Perú. La respuesta a esta pregunta no solo es de interés para los historiadores, sino que también nos puede ayudar a entender la crisis política por la que actualmente atravesamos.

Como todas las encuestas del Área de Estudios de Opinión del IEP, esta se aplicó en todo el Perú, incluyendo ámbitos urbanos y rurales. Lo primero que sorprende es el bajo porcentaje, apenas el 7 por ciento de los encuestados, que no se decantan por ninguna opción. Si consideramos que solo otro 7 por ciento no contestó a la pregunta, podemos decir que casi 9 de cada 10 peruanos tienen un dictador favorito; uno con el que se identifican o, al menos, consideran que fue bueno para el Perú. Con algunas variaciones menores, este porcentaje se mantiene en todos los grupos sociales y demarcaciones geográficas.

El segundo dato relevante es la polarización entre Fujimori y Velasco. Ambos obtienen cifras bastante altas y similares: 40 y 38 por ciento de los encuestados los señalan, respectivamente, como sus preferidos. Estos números se encuentran dentro del margen de error de la encuesta y nos muestran algo que ya sabíamos: la creciente polarización de las identidades políticas en torno a dos bloques antagónicos de tamaño similar. Lo vimos en las pasadas elecciones de 2021, y nuestra encuesta apunta en la misma dirección. Frente a estos dos bloques, son muy pocos quienes señalan a Morales Bermúdez como el mejor dictador y también muy pocos quienes no se decantan por ninguno de los tres.

 

Gráfico 1

Percepción sobre desempeño de expresidentes. Total nacional

 

Sería ingenuo sorprenderse de este resultado. Fujimori y Velasco son dos personajes centrales en la memoria de muchos peruanos. Son los protagonistas de sendos relatos de salvación que en la actualidad permanecen vigentes y articulan una parte sustancial de las identidades políticas. Más allá de sus diferencias ideológicas, en torno a ambos se estructura una narrativa similar, que se apoya en dos ideas: (i) la caracterización del Perú como un país donde es imposible mejorar las cosas por la vía democrática y (ii) la necesidad de un personaje providencial que realice las transformaciones que el pueblo necesita. Este personaje, a su vez, debe contar con tres características: provenir de fuera de los círculos de poder tradicionales, conocer bien las necesidades del pueblo y tener la fuerza, la fortaleza de carácter y la convicción para ir más allá de las normas y lograr sus objetivos.

El recuerdo positivo de Velasco y Fujimori se ancla en este paradigma del gobernante ajeno a los círculos de poder, con mano dura pero bondadoso, que sabe lo que el pueblo necesita y está dispuesto a hacer lo requerido para lograrlo. El sustrato es una versión tremendamente pesimista de nuestra capacidad para resolver los problemas democráticamente y una predilección por las soluciones autoritarias que, como hemos visto en los últimos meses, es transversal en la izquierda y la derecha.

Se trata, en ambos casos, de memorias de salvación que aún permanecen vigentes para muchos peruanos. El fujimorismo, a pesar de sus altibajos, continúa siendo una fuerza política central, capaz de conseguir el apoyo de la mitad de la población peruana. El velasquismo no tiene una proyección política tan directa, pero en los últimos años asistimos a un renacimiento del interés por el personaje en los ámbitos académico, cultural y político. El auge incluye tesis doctorales, artículos, libros de divulgación, documentales cinematográficos, producciones artísticas y también un significativo volumen de merchandising (polos, afiches, postales, tazas de café), casi siempre dirigido a la clase media, inspirado en el velasquismo o en la estética oficial de aquellos años. Incluso en el plano político, tras un tabú de muchos años, las referencias a Velasco y la reivindicación de su legado se han vuelto más explícitas. Basta recordar la parafernalia que rodeó el lanzamiento de la llamada “segunda reforma agraria” por parte del presidente Castillo en noviembre de 2021.

Los mitos de Fujimori y Velasco forman parte, por lo tanto, de las identidades políticas de muchos peruanos. Más allá de la opinión que podamos tener de ambos gobernantes, son referentes para amplios sectores, que los consideran paradigmas de buen gobernante. Sin embargo, aunque obtienen en nuestra encuesta cifras totales similares, la distribución social y geográfica de ambas memorias es muy diferente, lo que una vez más refleja las fracturas de la sociedad peruana.

El gráfico 2 nos muestra uno de los aspectos más interesantes de la política peruana de los últimos años: el clivaje de género. Entre los hombres, son mayoría quienes consideran a Velasco un mejor gobernante (46 frente a 35 por ciento), mientras que las mujeres prefieren a Fujimori con una diferencia sustancial: 45 frente a 30 por ciento. A priori, este clivaje no debería sorprendernos. En las elecciones de 2021 se produjo una situación similar: el apoyo a Keiko Fujimori fue mayoritario entre las mujeres, mientras que los hombres prefirieron a Castillo. Sin embargo, a pesar de su recurrencia, el clivaje de género ha merecido menos atención de los especialistas que las fracturas geográfica y social. Quizá por tratarse de un comportamiento contraintuitivo, que por parte de los sectores progresistas se considera políticamente incorrecto, el voto mayoritario de las mujeres a la derecha ha sido dejado de lado en casi todos los análisis.

 

Gráfico 2.

Percepción sobre desempeño de expresidentes, según género

 

El resto de los resultados son menos sorprendentes. Fujimori es el exdictador preferido en Lima Metropolitana y, con menor diferencia, en el resto del Perú urbano. En cambio, la mayoría de quienes viven en las zonas rurales consideran a Velasco mejor gobernante: 46 por ciento frente a 30. El recuerdo de Fujimori predomina en casi todas las regiones del país. La diferencia es importante en Lima Metropolitana y en el norte, y más matizada en el centro y el oriente. En cambio, en el sur destaca la memoria positiva de Velasco. Aunque la reforma agraria fue tan importante en la costa norte como en la sierra sur, estas cifras señalan que en ambas regiones la memoria de aquellos acontecimientos ha seguido cursos diferentes.

 

Gráfico 3

Percepción sobre desempeño de expresidentes, según lugar de residencia

 

Gráfico 4

Percepción sobre desempeño de expresidentes, según regiones

 

 

Desde el punto de vista ideológico, tampoco hay sorpresas: la derecha prefiere a Fujimori y la izquierda a Velasco. Sin embargo, en ambos casos existe un notable porcentaje de entrevistados que no se ajusta a estos patrones aparentemente obvios: Fujimori es preferido por casi uno de cada tres entrevistados de izquierda y lo mismo ocurre con Velasco entre quienes se consideran de derecha.

 

Gráfico 5

Percepción sobre desempeño de expresidentes, según ubicación política del entrevistado

Las diferencias son aún más ajustadas cuando las respuestas se agrupan por nivel socioeconómico. Fujimori es el preferido por los sectores altos, mientras que en los bajos Velasco es señalado en primer lugar. Sin embargo, en ambos casos las diferencias son inferiores al 10 por ciento. Solo en los sectores medios la predilección por Fujimori es algo más marcada: 44 por ciento frente a 31.

 

Gráfico 6

Percepción sobre desempeño de expresidentes, según nivel socioeconómico

 

Estos datos abren la puerta a una última reflexión. Los resultados electorales y los sucesivos avatares de la crisis política que atravesamos nos pueden dar la imagen de un país dividido en dos bloques antagónicos, férreamente determinados por fracturas socioeconómicas, geográficas e ideológicas. Sin embargo, ambos bloques son menos monolíticos de lo que podría parecernos en una primera mirada. En todos los grupos de población (geográficos, sociales, ideológicos, de género) existen contingentes importantes que prefieren a Fujimori y a Velasco. Ni en Lima todos piensan igual ni tampoco en el sur, el centro o el norte del país. Ni todos los izquierdistas son velasquistas ni todos los derechistas son fujimoristas. El laberinto peruano está lleno de recovecos y matices que haríamos bien en no olvidar.

 

                                                     Ficha técnica

Encuestadora: Instituto de Estudios Peruanos (IEP)

Registro ante JNE: 0393-REE/JNE-281-2021-DCGI/JNE

Tamaño de la muestra: 1208 entrevistados, distribuidos en 24 departamentos, 149 provincias y 410 distritos

Margen de error: ± 2,8 pts. para los resultados a nivel nacional

Nivel de confianza: 95% considerando una varianza máxima en las proporciones poblacionales (p = q = 0,5)

Representatividad: 95,2% a nivel provincial

Fecha de campo: 1 al 4 de agosto de 2022