[DOSSIER] De Boluarte a Jerí: ¿recambio político o continuidad del pacto?

Con la caída de Dina Boluarte el 9 de octubre, el país no amaneció con un nuevo comienzo. Despertó con un déjà vu. Otra presidenta destituida; otro Congreso que pretende erigirse en salvador; otro rostro instalado en Palacio para preservar el mismo pacto de impunidad. En el Perú, la crisis ya no es un episodio. Es el método con que se administra el poder. Este dossier reúne seis miradas distintas que buscan responder una pregunta urgente: ¿cómo se gobierna y cómo se resiste en un país donde la caída de un gobierno no representa el final del problema, sino apenas el inicio del siguiente?

Raúl Asensio abre el dossier retratando el vértigo del derrumbe: una presidenta que parecía inamovible se evaporó en una noche, convertida en fantasma antes de leer su último mensaje. Hilda Bonafon muestra que ese derrumbe no fue un acto moral ni una corrección institucional, sino una maniobra de conveniencia ejecutada al ritmo del cálculo electoral. Ramón Pajuelo sitúa ese relevo en un plano simbólico mayor: de “la descarada” a “el descarado”, una transición que ya no pretende ocultarse bajo el lenguaje institucional, sino que se reconoce como reemplazo entre iguales. Omayra Peña Jimenez lleva la lectura al nivel estructural y advierte que no se trata de inestabilidad, sino de consolidación de un régimen donde lo ilegal y lo autoritario ya no operan como excepciones, sino como reglas. Dynnik Asencios coloca la escena en otro plano: el retorno de la memoria como advertencia. Boluarte no cayó por sus crímenes, sino porque la calle recordó lo que la política quiso olvidar. Y Anamilé Velazco empuja esa idea hacia su consecuencia práctica: si las instituciones ya no contienen el abuso, será la ciudadanía quien marque los límites, no desde la urna, sino desde la calle.

Los seis textos comparten un mismo diagnóstico. El problema no está en quién llega al poder, sino en cómo ese poder se administra y a quién responde. Cambiar autoridades no modifica la estructura real del sistema, porque las reglas que lo sostienen no se escriben en las leyes, sino en los acuerdos silenciosos que garantizan protección y continuidad. En el Perú, la estabilidad no depende de instituciones fuertes, sino de alianzas de conveniencia entre quienes controlan el Estado para asegurarse impunidad. Por eso los gobiernos caen con facilidad, pero el régimen permanece intacto. Mientras la impunidad siga siendo el núcleo del orden político, cada vacancia será solo un movimiento interno para preservar lo existente. No un quiebre.

Este dossier no celebra una caída; advierte sobre lo que persiste.

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