Breve reflexión sobre la ciencia política en San Marcos

Hace siete años que dejé las aulas como estudiante de la carrera de Ciencia Política en San Marcos. Mis retornos fueron esporádicos. Durante ese tiempo encontré siempre las mismas condiciones; los mismos corredores vacíos en aquel tercer piso donde estudiábamos en aulas relativamente improvisadas que antaño habían sido oficinas administrativas de Derecho. Sin embargo, en septiembre pasado tuve la oportunidad de ser invitado a un conversatorio sobre los avances de la carrera. Este último regreso fue diferente. Hacía poco que se había inaugurado el Pabellón de Ciencia Política en la Facultad de Derecho y Ciencia Política. Los estudiantes, en una cantidad que no recordaba haber visto para un evento de ciencia política, amontonados en un corredor, instalaban mesas y parantes, repartían folletos y conversaban amenamente. Para mi sorpresa, se trataba de una Feria de Talleres de Estudio e Investigación en Ciencia Política. Algo había cambiado definitivamente. Se sentía como si hubiera germinado una semilla en un terreno baldío.

Las promociones que conocí durante mis años en San Marcos éramos de sesenta personas en total y los egresados ascendían a cuarenta en promedio. Sin embargo, con los cambios en la política de ingresos a la carrera, los ingresantes aumentaron a 130 por promoción. De acuerdo a los datos de la Escuela de Ciencia Política, para las 17 promociones desde 2006 hasta 2022 se registró un promedio de 90 a 100 egresados por año, lo que hace un universo total de 1530 a 1700 egresados san marquinos en ciencia política. En la actualidad, la población total de alumnos con matrícula vigente asciende a 800 alumnos, lo que es un número significativo frente a los 3000 alumnos de Derecho. El cambio es real en términos de crecimiento de la comunidad politológica —lo que a su vez imprime un mayor dinamismo—, así como en cuanto a mejores condiciones de infraestructura. No obstante, una problemática central se arrastra desde la creación de la carrera en San Marcos: la formación en investigación. En los últimos 17 años, solo se produjeron 87 tesis de licenciatura, lo que hace un promedio de 5 tesis por año; y si comparamos el dato con el total de egresados, resulta que únicamente el 5% de estos obtuvieron el título profesional. La persistencia de este problema permite que reflexionemos sobre algunas potencialidades y desafíos que se desprenden de los cambios en marcha en San Marcos.

En cuanto a las potencialidades de la ciencia política sanmarquina, uno de los aspectos a resaltar es el cambio de plan curricular en el año 2018, el cual introdujo ocho cursos más ajustados a la aplicación de metodologías de investigación en ciencia política. Asimismo, se promovió el nombramiento de 34 docentes, de los cuales la mitad fueron egresados sanmarquinos. Definitivamente, ambos aspectos son cruciales, pues permiten a los alumnos interesarse en la investigación, a la vez que proveen de herramientas que refuerzan las capacidades en investigación mixta. Asimismo, el contar con politólogos sanmarquinos como docentes permite la formación de redes de colaboración que pueden expandirse hacia el ámbito laboral, con lo que se fortalece la comunidad de politólogos que podrían acceder a posiciones clave tanto en el sector público como el privado. Una tercera potencialidad importante reside precisamente en los talleres y grupos de investigación, los que actualmente ascienden a un total de 18 organizaciones, en las que resaltan, por ejemplo, los talleres de Reforma Política, Política Comparada, Ciudad Crítica, Cratos, Tassep, Género y Política y Gestión Municipal, todos participantes de la última Feria de Talleres. Por último, una cuarta potencialidad está relacionada a la continuidad de los espacios de debate académico, como la participación sanmarquina en la organización y ponencias del Macrocoloquio, con un rol relevante de los propios estudiantes a manera de iniciativa autogestionaria y, también, en la permanencia de congresos de ciencia política organizados en San Marcos.

En cuanto a los desafíos que enfrenta el desarrollo de la investigación y el avance de la ciencia política sanmarquina, aún identificamos problemas persistentes, como la falta de interacción con las carreras de ciencias sociales, humanidades, ciencias económicas y administrativas, las cuales tienen una mayor relación con el objeto de estudio y métodos de la ciencia política. Ni qué decir de las otras carreras de corte más técnico o de ciencias duras, con las cuales la comunicación es nula. Promover este tipo de interacciones es de vital importancia porque los politólogos en el campo laboral y de investigación tienden a trabajar en equipos multidisciplinarios que les permitan gestionar conocimiento técnico-especializado sobre las materias de su interés, especialmente en políticas públicas. Asimismo, otro problema a enfrentarse es la formación y fortalecimiento de redes de politólogo. La virtualidad a raíz de la pandemia impuso así un gran desafío para la comunicación entre alumnos y docentes, mientras que un espacio de diálogo con otras escuelas de ciencia política, como la Red Nacional de Escuelas de Ciencia Política (Renacip), donde San Marcos tenía una destacada participación, se encuentra inactiva desde 2018. Finalmente, los incentivos para la investigación también son un desafío a abordarse en el corto y mediano plazo; esto pasa definitivamente por un reordenamiento de las prioridades de gasto en la facultad teniendo en consideración que, sin financiamiento, la investigación encuentra un camino cuesta arriba. Al respecto, sería importante el desarrollo de innovaciones como centros de opinión pública y encuestas o centros de consultorías que permitan la generación de ingresos propios.

En conclusión, la ciencia política sanmarquina presenta importantes avances en cuanto a dinamismo, calidad de infraestructura, focos de investigación como los talleres, docentes nombrados comprometidos, entre otras iniciativas; sin embargo, aún persisten problemas que deben ser abordados urgentemente por autoridades, egresados, docentes y alumnos, como la interacción multidisciplinaria, la formación de redes, los incentivos de investigación y las innovaciones. De esta manera, podríamos contribuir a resolver en alguna medida el problema de la limitada producción y formación científica e investigativa en ciencia política en el interior de la Decana de América.